Algunas personas son veganas, otras carnívoras, unos no conciben la vida sin una riada de refrescos de cola y otras ni los catan. También las hay que no perdonan sus tres vasos de leche diarios y otros que no la prueban… pero los datos no mienten. Como en el famoso dicho, si yo me como un pollo y usted ninguno, las estadísticas dirán que los dos hemos comido medio pollo.
Los datos que se manejan más abajo proceden del Panel de consumo alimentario en hogares en 2022, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación sobre una muestra de 12.500 hogares. Recogen el consumo intradoméstico, no el que se hace en bares y restaurantes.
Los datos corresponden al consumo per cápita en kilos de unos pocos entre los diversos tipos de alimentos (la encuesta recoge casi 700 categorías). Para hallar el hipotético consumo medio en un día, en gramos, se han multiplicado los consumos por 1.000 y dividido por 365. Los resultados corresponden con el “medio pollo” del chascarrillo, y nos dan una idea de cómo sería la comida en España en un día medio en un hogar medio, gramo a gramo.
Para empezar, algunos datos generales:
- 1.599 g es el total de los alimentos consumidos en un día, tal como los compramos en mercados y supermercados.
- 597 g corresponden a los alimentos frescos, que serían el 37% del total aproximadamente.
- 1.002 g son los alimentos no incluidos en la categoría de frescos (cerca del 63%). La encuesta no recoge la categoría “ultraprocesados”, pero serían parte de esta cifra.
- 38 g de alimentos ecológicos, que suponen un poco más del 2% del total.
Ya entrando en harina, de mayor a menor, ahí van los consumos diarios de diversos tipos de alimentos de esos 1.599 g que consumimos a diario:
- 221 g de fruta fresca, que está en primera posición. La cantidad en gramos equivale a una naranja mediana o una manzana grande (la naranja es la fruta más consumida, con 37 g). El aumento del consumo de fruta fresca fue uno de los grandes cambios en el paso de la alimentación tradicional a la actual.
- 179 g de leche líquida, en segunda posición, el equivalente a un vaso. Se trata de un elemento que era escaso en la dieta tradicional, cuyo consumo se multiplicó y alcanzó un máximo hacia 1990, bajando poco a poco desde entonces. La leche sin lactosa tiene una cuota importante, 23 g diarios de media.
- 176 g de agua envasada. Una sorprendente tercera posición para el agua embotellada, mineral o “naturalizada”. En relación con la proliferación de botellas de plástico desechable.
- 138 g de hortalizas frescas, en cuarta posición, un bastión que resiste de la dieta mediterránea.
- 107 g de carne, en quinta posición (76 g de carne fresca, 29 g de transformada). La lista descendente de los tipos de carne consumidos ha cambiado mucho; tradicionalmente las especies principales eran el vacuno y el ovicaprino. Actualmente son el pollo (29 g), el cerdo (24 g), el vacuno (10 g) y el ovino-caprino (2 g). 6 g diarios se van en fiambres, aquí entran 2 g de chorizo de cerdo, base del bocata autóctono.
- 101 g de gaseosas y bebidas refrescantes van en sexta posición, prueba de su gran importancia en la dieta actual. Casi la mitad, 46 g, son refrescos de cola. Esta es una vía importante de entrada de azúcar en la dieta, más de 10 gramos diarios teniendo en cuenta la composición media de los refrescos.
- 90 g de derivados lácteos, en séptima posición. Aquí entran muchos productos, como yogur (24 g), queso (21 g), leche fermentada, postres lácteos, etc. Supone otra importante fuente de azúcar en la dieta, a través de yogures de sabores, batidos, postres, etc.
- 77 g de pan, el alimento universal y número uno de la dieta durante siglos, queda relegado a la octava posición. Hacia el año 1900, el consumo de pan podía llegar a los 300-400 gramos diarios. Actualmente, el consumo de pan fresco integral es de 8 gramos.
- 72 g de patatas, en novena posición, mantienen una importancia más bien decreciente en la dieta, como muchos otros alimentos feculentos.
- 56 g de cerveza, el último de los top ten de la dieta. Desbancó al vino hace tiempo y actualmente España consume cerveza a niveles centroeuropeos. Es elevado el consumo de cerveza sin alcohol (9 g, casi la quinta parte de las ventas).
- 53 g de pescados y mariscos (22 g de pescado fresco, 11 g de conservas). El consumo en España de productos marinos es relativamente alto en comparación con la media mundial.
- 45 g de platos preparados, un consumo elevado y creciente. Aquí se encuentran en cantidad los alimentos ultraprocesados.
- 28 g de aceites (20 g de aceite de oliva y de ellos 8 g de aceite de oliva virgen extra). Otro elemento de la dieta mediterránea que se conserva e incluso aumenta su importancia, con una creciente afición al aceite de oliva virgen extra.
- 25 g de frutas y hortalizas en conserva. Suponen menos de la décima parte del consumo de estos alimentos en fresco.
- 22 g de huevos, una cantidad que equivale a algo menos de medio huevo diario. Sumando esta cantidad a la de carne de ave, llegaríamos a más de 50 g diarios de productos de las gallinas, los animales más abundantes del planeta.
- 20 g de vino, un consumo que se ha reducido mucho desde hace décadas.
- 15 g de bollos y pasteles, la mayoría envasados, la famosa pastelería industrial, y 14 g a galletas. En conjunto suponen una importante fuente de azúcar en la dieta, aunque inferior a la que llevan los refrescos.
- 14 g de bebidas vegetales. Un consumo en rápido aumento, en relación con el declive del consumo de leche.
Consumos menores son tres piezas fundamentales de la cocina tradicional: las pastas alimenticias (11 g), el arroz (10 g) y las legumbres (9 g, más o menos repartidas a partes iguales entre garbanzos, lentejas y alubias). Arroz y legumbres son la base de platos de resistencia muy populares en la cocina tradicional. El consumo de legumbres se ha reducido a una cuarta parte del tradicional, lo que no es bueno ni para el planeta (las legumbres mejoran el suelo y reducen la necesidad de fertilizantes), ni para nuestra salud ni nuestro bolsillo.
Los frutos secos suman 9 g, una cantidad que sería bueno aumentar (junto con las legumbres, son fuentes de proteínas de alta calidad y de muchas otras sustancias buenas para la salud).
El azúcar tal cual suma una cantidad muy pequeña, 7 g, pero eso es muy engañoso. En realidad nuestra dieta media está empapuzada de azúcar, en los refrescos, derivados lácteos, platos preparados, etc. Y en los cereales de desayuno (4 g), que los niños españoles comen obedientemente por la mañana temprano. Según la Encuesta Nacional de Consumo de alimentos y bebidas, realizada en 2012-2014 por la AECOSAN dirigida a población infantil y adolescente (6 meses a 17 años), la ingesta media de azúcares totales es de 95,1 g/día.
El clásico alimento chatarra, las patatas fritas, supone 3 g diarios. Para poner ese consumo aparentemente mínimo en perspectiva, eso equivale a unas ventas de más de 50.000 toneladas al año, solo en nuestro país. Patatas fritas y snacks en conjunto venden unas 260.000 toneladas al año.
Por último, tenemos 3 g de vinagre y 3 g de sal, los condimentos universales. La OMS recomienda algo menos de 5 g de sal al día, lo que indica que, sumando la añadida libremente a los alimentos con la que contienen estos en origen, nuestra dieta debe andar algo sobrada de sal.
Al ver este análisis y teniendo en cuenta que por alimentación sostenible entendemos aquella que se basa en alimentos frescos, locales, de temporada y ecológicos o agroecológicos, hay algunas cosas que nos llaman la atención.
Por un lado es muy buena noticia que las frutas y hortalizas ocupen los primeros puestos de alimentos consumidos ya que una alimentación sostenible y saludable debe dedicar una buena parte a su consumo, pero por otro lado el porcentaje de productos frescos es muy bajo, y si nos centramos en los ecológicos apenas destacable. Es crucial tomar conciencia sobre el exceso de azúcares añadidos y sal que tienen los alimentos ultraprocesados. Además, preocupa la disminución en el consumo de legumbres, una fuente sostenible de proteínas que no solo nos aportan una gran cantidad de nutrientes, también ayudan a la conservación del medio ambiente y la regeneración del suelo.
Aunque estos datos al final son medias orientativas nos dan pistas para saber en lo que tenemos que mejorar. Si ves reflejados tus hábitos alimentarios en ellos recuerda: aumenta tu consumo de alimentos frescos, apuesta por los locales y de temporada, así como por las legumbres y dale una oportunidad a los alimentos ecológicos.
Si quieres saber más sobre cómo llevar una alimentación sostenible no te pierdas la Guía FVS La alimentación: cambia tus hábitos para mejorar tu salud y la del planeta.