Cualquiera que sea la festividad y en cualquier lugar del mundo en la que se celebre, suele haber un tipo de comida especial o tradicional que la acompaña, y siempre que se puede, en grandes cantidades: ensalada Olivier para Año Nuevo en Rusia, gachas de frijoles rojos para el solsticio en Corea, haleem para el Ramadán en India y Oriente Medio, para el Año Nuevo lentejas en Italia o pan de jamón en Venezuela, pasteles de plátano para el Año Nuevo Lunar en Vietnam, pasteles de luna para la Fiesta del Medio Otoño en China…
Las fiestas y celebraciones tradicionales son un buen momento para celebrar y apreciar la comida en comunidad. Sin embargo, en algunas partes del mundo, se han transformado en sinónimo de exceso de comida, y por ende, desperdicio de alimentos.
Cada año, en la Unión Europea, se desperdician desde los puntos de producción a los de consumo, alrededor de 100 millones de toneladas de alimentos. Este es un problema costoso, no solo a nivel económico –coste estimado de 143.000 millones de euros para la eliminación de estos residuos–, sino también a nivel medioambiental y social: para la producción de los alimentos que no han llegado a consumirse se ha generado un gasto energético, así como de otros recursos como el agua o la tierra, además del trabajo llevado a cabo por productores y distribuidores, y de un gran volumen de emisiones (El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que entre el 8 y el 10 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que nunca se consumieron).
Una parte importante de esta pérdida se produce durante su transporte, pero nuestros hábitos alimentarios también influyen en estas cifras.
A nivel personal, son muchas las acciones que se pueden llevar a cabo para reducir nuestro desperdicio alimentario, os damos algunas claves para empezar el año nuevo en la buena dirección:
- Planifica la compra: este es el primer paso para evitar comprar alimentos que no necesitas. Antes de ir a comprar revisa tu nevera y alacena y haz una lista con lo que realmente necesitas. Es importante ir sin hambre para evitar meter en nuestra bolsa alimentos en grandes cantidades.
- Guarda los alimentos correctamente: cuando hayas terminado de comprar asegúrate de que todo está correctamente almacenado. Por ejemplo, los alimentos perecederos como los productos lácteos, las frutas y las verduras deben guardarse en los compartimentos adecuados del frigorífico. La carne y el pescado se pueden almacenar en el congelador si no tiene la intención de usarlos de inmediato. Los alimentos secos deben almacenarse en recipientes sellados y, junto con otros alimentos enlatados, deben almacenarse adecuadamente en un armario.
- Sé realista: no siempre las ofertas son nuestras aliadas, muchas de ellas, sobre todo en supermercados, consisten en multipacks o packs “maxi” que si son productos perecederos pueden acabar en la basura por no dar tiempo a consumirlos.
- Compra frutas y verduras con diferentes estados de maduración: a la hora de adquirir productos frescos, y en concreto frutas, verduras y hortalizas, si no las compras diariamente ten en cuenta cuándo las vas a comer. Si por ejemplo tienes planeado un guiso o ensalada con tomates al final de la semana cómpralos un poco maduros para que estén en su punto óptimo cuando los vayas a preparar.
- Planifica tus comidas: al hilo del consejo anterior, si sabes lo que vas a comer a lo largo de la semana es mucho más fácil saber qué alimentos necesitas y además ahorrarás tiempo.
- Mantén limpia y ordenada la nevera y la despensa: sí sigues este consejo no solo te será más fácil planificar tus compras, también podrás guardar los alimentos de manera adecuada y te durarán más tiempo. Pon los alimentos con una fecha de caducidad más próxima en la parte delantera y los alimentos que acabes de comprar en la parte trasera.
- Aprende la diferencia entre consumo preferente y fecha de caducidad: la fecha de consumo preferente se refiere a la calidad de los alimentos; aún puede ser seguro comerlo no mucho después de la fecha indicada en la etiqueta pero puede haber perdido alguna de sus características, mientras que la fecha de caducidad indica cuándo ya no es seguro comer el alimento.
- Haz compost con las sobras de comida: tanto algunos sobrantes generados durante el cocinado como comida que no se pueda reutilizar, se puede convertir en abono como alternativa a tirarla a la basura. Esto permite que los nutrientes se reciclen en el suelo y ayuda a reducir el volumen de alimentos que acaba en los vertederos.
La alimentación es esencial para nuestro día a día, es por ello que prevenir y reducir el desperdicio de alimentos es clave para garantizar un sistema alimentario sostenible, saludable y justo para que todas las personas tengan acceso y disponibilidad a comidas de calidad.
Mientras celebramos el año 2022 junto con las personas y tradiciones que más valoramos, hagamos del ahorro de alimentos una de ellas. Recuerda: tener comida es un privilegio. ¡Disfrútala, no la desperdicies!
Si quieres más ideas prácticas de cómo aprovechar alimentos no te pierdas este artículo: Cocina de residuo cero.
Carlota López Fernández
Imagen: Carlota López Fernández