Los océanos se están vaciando. La sobrepesca, la industrialización de la pesca, la contaminación costera y la desigualdad social que atraviesa a quienes lo habitan y trabajan amenazan la sostenibilidad ecológica, alimentaria y social de la pesca en España. Frente a este panorama, Alimentta lanza el Manifiesto por una Pesca Sostenible en España, un llamado a transformar el sistema alimentario pesquero para que se garantice el bienestar del mar y de quienes dependen de él.
El modelo actual: intensivo, desigual e insostenible
El sistema pesquero español, tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, enfrenta una triple crisis:
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Ambiental, por la presión que ejercen métodos como la pesca de arrastre sobre los ecosistemas marinos.
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Económica y social, por la concentración de poder en la cadena de comercialización, que precariza las condiciones laborales, impide el relevo generacional y pone en riesgo la continuidad del sector.
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De género, por la invisibilización del trabajo de las mujeres en actividades como el marisqueo –especialmente en su modalidad de a pie, la cual contribuye al mantenimiento y conservación de los ecosistemas litorales–, la transformación de los productos (conserveras) y la venta, marcado por la precariedad y la falta de reconocimiento.
El sistema actual favorece la pesca industrial y desconectada de las comunidades locales, dependiente de combustibles fósiles y métodos de pesca agresivos con el medio marino, lo que lleva a un elevado impacto ambiental y social al verse afectados los mercados locales. Mientras tanto, la pesca artesanal y el marisqueo, prácticas con raíces históricas y profundo valor cultural, son marginadas por normativas poco adaptadas, falta de apoyo institucional y desventajas en el acceso a los recursos.
¿Qué propone el Manifiesto por una Pesca Sostenible en España?
El manifiesto elaborado por Alimentta, con el apoyo de otras organizaciones, plantea un cambio profundo en la manera en que se gestiona y se concibe la pesca en nuestro país. Propone reforzar la pesca artesanal y de cercanía, basada en métodos tradicionales de bajo impacto –como por ejemplo la pesca de cerco o el marisqueo a pie–, que garantizan no solo la conservación del medio marino, sino también la viabilidad económica y social de las comunidades costeras. Esta pesca sostenible, más conectada al territorio, debe apoyarse a través de políticas públicas que faciliten el relevo generacional, reconozcan el papel fundamental de las mujeres en el sector y promuevan el consumo de pescado local, de temporada y de especies menos explotadas.
Además, el manifiesto aboga por una gobernanza más democrática del mar, con una gestión pesquera inclusiva y adaptativa, donde participen activamente las comunidades pesqueras, las organizaciones científicas, las administraciones y la sociedad civil. También propone reforzar los circuitos cortos de comercialización, incorporar criterios de sostenibilidad en la compra pública (como comedores escolares o centros sanitarios) y adoptar medidas firmes contra la pesca ilegal, promoviendo una trazabilidad real en toda la cadena de valor. En definitiva, se trata de construir un modelo que garantice el acceso justo a los recursos, respete los límites ecológicos y devuelva al mar su capacidad de sostener vida, cultura y alimentación.
Necesitamos cambiar el sistema alimentario actual
Pero transformar la pesca no basta si no transformamos también el sistema agroalimentario en su conjunto. Como cultivamos y criamos en los campos y granjas afecta a los mares mucho más de lo que imaginamos. El uso excesivo de nitratos y fósforo presente en los fertilizantes agrícolas contaminan ríos y costas, provocando la proliferación de algas que asfixian los ecosistemas acuáticos, mientras que los residuos ganaderos alteran la vida marina y favorecen la resistencia bacteriana debido al uso indiscriminado de antibióticos. Además la expansión de monocultivos intensivos contribuye a la destrucción de manglares y humedales, esenciales para la biodiversidad costera y la resiliencia ante el cambio climático de estos ecosistemas.
Así el impacto del modelo alimentario actual también daña el mar, haciendo necesario que el cambio tenga que ser transversal: desde cómo cultivamos y criamos, hasta cómo distribuimos, cocinamos y comemos.
En palabras de Alimentta, “la pesca sostenible de cercanía representa un modelo clave para garantizar el equilibrio entre actividad pesquera, justicia social y seguridad alimentaria”.
Súmate, firma el manifiesto
Si queremos unos mares vivos debemos defender un modelo de pesca justo, diverso, resiliente y compatible con la salud del mar y del planeta. Una pesca que no solo nos alimente, sino también que apoye a las comunidades que dependen de ella y a todas las especies que lo habitan.
Proteger el mar es una tarea colectiva que empieza también en nuestros platos, anímate y firma aquí el Manifiesto por una Pesca Sostenible en España.