Imagen: Fragmento del cartel de la Feria y Exaltación de la Patata de la Mancomunidad de Boedo-Ojeda (Herrera de PIsuerga, Palencia).
La Fiesta del Marisco de O Grove (Pontevedra), y la Fiesta del Langostino de Vinarós (Castellón) son dos de las fiestas gastronómicas más antiguas. Se celebran desde 1963, cuando toda España vivía un impresionante arreón turístico que incluía la construcción de aeropuertos y apartamentos y también la organización de toda clase de distracciones para los turistas. Las fiestas de comidas locales son una especialidad gallega, la Guía oficial de 1969 cita ocho en el Antiguo Reino, de ellas seis en Pontevedra: de la Lamprea, del Albariño, del Viño del Condado, de la Sardina, del Pulpo y la ya citada del Marisco. Competían con esta abundancia gallega el Concurso de Paellas de Sueca y la Fiesta del Arroz de San Fructuoso del Bagés (Barcelona).
Desde 1969 a la actualidad el asunto de las fiestas gastronómicas ha progresado mucho, como todo el país. He aquí unas pocas seleccionadas que se celebran actualmente, con las mayúsculas necesarias para darles la solemnidad requerida: Fiesta de la Langosta en A Guarda (Pontevedra), Fiesta de la Coliflor en Griñón (Madrid), Feria de los Hongos y Setas en As Pontes (Coruña), Día de la Longaniza en Graus (Huesca), Día del Pescaíto en Torremolinos (Málaga), Feria del Pescaíto Frito en Lepe (Huelva), Fiesta del Pote y la Fabada en Santa Bárbara (Asturias), Jornadas gastronómicas de la Tortilla, en Mieres (Asturias), Fiesta del Pan en Allariz (Orense), Fiesta de la Tenca de la Mancomunidad de Tajo-Salor (Cáceres), Gran Judiada de San Ildefonso (Segovia), Fiesta del Ajoblanco en Almáchar (Málaga), Fiesta del Amagüestu (la castaña) en la comarca del Sueve (Asturias), Festival del Chorizo de Baños de Río Tobía (La Rioja), Día del Jamón en Monesterio (Badajoz), Día de la Vaca en Guisando (Ávila), Día de Exaltación de la Patata en Tardajos (Burgos), Día de la Tortilla de Torrejón de Ardoz (Madrid), Jornadas del Txipirón en Lekeitio (Vizcaya), Festival Nacional de Exaltación del Botillo en Bembibre (León), Fiesta de la Alubia de Tolosa (Guipúzcoa), Ruta del Cocido Madrileño (Madrid), Fiesta del Cocido Montañés en Uceda (Cantabria), Festival de los Callos de Noreña (Asturias), Fiesta de Exaltación del Mejillón en la isla de Arousa (Pontevedra), Fiesta del Arroz con Leche en Ferrol (A Coruña), Gran Fiesta de la Calçotada en Valls (Tarragona), Fiesta del Queso Gallego de Tetilla en Antas de Ulla (Lugo), Fiesta de la Chanfaina de Fuente de Cantos (Badajoz) y Día del Níspero en Sayalonga (Málaga), unas pocas entre millares.
Lo contrario de las especialidades locales, defendidas a capa y espada y exaltadas en estas fiestas gastronómicas, es la comida basura y el “fast food”, completamente estandarizadas e idénticas en todo el mundo. El gasto por habitante de extremeños, valencianos y riojanos en comida rápida es pequeño, de 21 a 25 € en 2015, muy inferior a la media nacional de 43 €, según un estudio de la EAE Business School (Escuela de Negocios de la Escuela de Administración de Empresas).
Los que más gastan en comida rápida son los baleares, canarios y madrileños, lo que se explica por la gran cantidad de turistas que pisan estas regiones. El caso es que España en general está claramente atrasada en esto de la comida rápida, se gasta poco en ella, e Italia gasta menos todavía. Eso preocupa a los inversores de McDonald’s y Burguer King, que suponen entre las dos casi dos tercios del negocio del fast food en España.
Se puede ver por el lado romántico, como un país adicto a la comida de la abuela que se niega a dejar sus sanas costumbres para devorar hamburguesas procedentes de cajas de cartón. En Valencia, La Rioja y Extremadura, tierras de platos tan fantásticos como la caldereta, la paella y las patatas con chorizo, eso tiene más lógica todavía. No obstante, los analistas predicen un aumento de las ventas de fast food del 50% en los próximos cinco años. Se apoyan en la experiencia de otro invento de la comida industrialista, los cereales de desayuno, esa extraña mixtura de maíz presurizado crujiente con azúcar, desconocida hace unos años, que ahora domina las mesas de desayuno infantiles bajo la salmodia “Tómate tus cereales”.
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