Desde la pequeña frutería de barrio hasta una gran superficie, cada vez es más habitual encontrar alimentos con el apellido “eco” llenando estantes y secciones enteras. Pero ¿qué significa realmente? Saber la respuesta a esta pregunta es importante, ya que así sabremos qué estamos comprando y evitaremos que nos den gato por liebre.
Según la Comisión Europea de Agricultura, un alimento ecológico es “un sistema de producción agrícola que proporciona al consumidor alimentos frescos, sabrosos y auténticos al tiempo que respeta los ciclos vitales de los sistemas naturales”. Dicho en otras palabras, que mira hacia la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente.
Dentro de la Unión Europea, para que un alimento se considere ecológico los agricultores y ganaderos deben cumplir una serie de parámetros en cuanto a producción: la rotación de cultivos, la limitación del uso de pesticidas sintéticos y antibióticos para el ganado, prohibición del uso de transgénicos, selección de especies vegetales y animales resistentes a enfermedades y con adaptaciones regionales, la cría en espacios abiertos y el aprovechamiento de los recursos cercanos a la zona de cultivo o cría.
Además existen normas de etiquetado que hacen más fácil la identificación de estos productos por parte del consumidor y que aseguran su procedencia y método de producción. Así si queremos comprar ecológico sólo tenemos que fijarnos que en el etiquetado aparezca la llamada “eurohoja”.
Con todo esto es importante destacar que nutricionalmente hablando si se compara un alimento producido de forma tradicional con el mismo pero ecológico, los nutrientes son los mismos. Lo que varía de uno a otro es el impacto que se produce sobre el medio y la ingesta de químicos, que aunque no en cantidades que los órganos de regulación consideran peligrosas para la salud, sí es un factor importante a tener en cuenta.
Así si somos ciudadanos concienciados que deseamos disminuir nuestro efecto negativo sobre el planeta, la elección de alimentos ecológicos nos pone un paso más cerca de ese objetivo.
Pero, los productos ecológicos son normalmente más caros que los “normales”, haciéndolos poco accesibles a algunos sectores de la sociedad. Esto es así por la famosa ley de la oferta y la demanda. Aunque cada vez más populares, los productos ecológicos, todavía son minoría en las cestas de la mayoría de los consumidores, provocando que los productores no se inclinen por cambiar sus métodos de producción.
¿Merece la pena gastar más dinero por un producto que es realmente más respetuoso con el medio ambiente y probablemente más saludable, pero que contiene los mismos nutrientes y es bastante más caro que los alimentos convencionales? ¿Se debería considerar un producto como ecológico si está certificado como tal pero ha sido producido a miles de km de distancia?
En un programa de Escarabajo Verde de TV2, realizaron comparativa nutricional de los mismos productos en ecológico y no ecológico en un laboratorio, y determinaron que los ecológicos conservan sus propiedades nutricionales al 100% mientras que los no ecológicos perdían propiedades.
Respecto a la afirmación de que los productos ecológicos son normalmente más caros que los “normales” debido a la ley de la oferta y la demanda, hay que decir rotundamente que NO es así. Suelen ser más caros (y no siempre, pues en el fresco de calidad convencional rozamos precios similares), debido a que los productores/elaboradores ecológicos están obligados a pagar a una certificadora para contar con el sello ECO, lo que encarece bastante dicha producción. Sin embargo, los productores ‘normales’ no están obligados a pagar todo lo que contaminan, que es bastante más de lo que cuesta producir lo que hacen. Por otro lado, en ecológico suele tenerse más en cuenta un pago justo al/la productor/a, y no un pago por debajo de coste como pasa muchas veces en el convencional debido a la presión de las grandes superficies.